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Cuando nos encontramos con
una contradicción irresoluble,
cuando nos asomamos al abismo de la incertidumbre o el absurdo sentimos dolor. Ese
dolor es
el miedo, que nos protege de saltar a ese abismo, nos inhibe de la
acción, ante
la ignorancia de qué acontecimientos pueden producirse que no podamos
controlar. El miedo es bueno porque nos avisa de un peligro. Quien
ignora el
miedo es un tonto. Quien se deja paralizar por él es un cobarde. El
miedo no se
combate obviándolo, sino enfrentándolo, encontrando el vericueto y la
razón que
nos permita continuar. Quien no tiene recursos para superar ese miedo
se asusta
más, y entonces necesita destruir aquello que le produce el sufrimiento
y empieza
la guerra, la única estrategia de los que no saben vencer el miedo.
La palabra guerra procede
de ‘werra’, que significa discordia;
y la palabra ‘discordia’ significa oposición. La oposición en principio
no es negativa,
todo lo que aprendemos, lo que podemos discernir es por la diferencia
con
respecto a otra cosa, porque se opone a ella. Pero en nuestro
conocimiento del
mundo cuando dos cosas o conceptos se diferencian pueden coexistir. La
‘p’ se
opone a la ‘b’, pero no la mata. Nuestro lenguaje, cualquier lenguaje,
se
enriquece con la diferencia, pero en nuestra política, la política de
cualquier
parte, la diferencia es el inicio de la hostilidad y la discordia.
La guerra es un concepto
amplio que recoge una gran gama de
actos hostiles y destructivos. Y siempre se dice que es para la paz.
Pero no es
cierto. Paz y guerra no son partes de una dualidad, son dimensiones
distintas.
La paz es multiversa y
construye, es creativa, productiva,
común, solidaria; todas las personas caben en la paz. En la paz se
evoluciona
y emerge la vida.
En la guerra solo caben dos
categorías, los que destruyen y
los destruidos, los que matan y los muertos. Es una dualidad con dos
aspectos que
se necesitan para seguir existiendo en una progresión cerrada infinita.
En esa
lógica hay quien pretende asir las dos partes de esa contradicción y
aunarlas
en un haz apretado de cintura estrecha, lo que mi me parece una
estupydez, en
vez de permitir que la naturaleza social se explaye y viva libremente.
Esa gente de misión miope
se viste de grandes ideales para
respaldar su estrategia preñada de hostilidad,
con incursiones tóxicas, frases-consigna
repetidas hasta la saciedad, disfrazados de héroes salvadores. Prometen
democracia
en la democracia, mezclan churras de izquierdas con merinas de
derechas, en un
tótum revolútum bien atado sin razón que lo sostenga. Y eso no es paz
sino absurdo y el absurdo conduce a la discordia, a la hostilidad y la guerra, aunque se vista de
rosa.17/11/13
banco de
pensamiento por visi vidal
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